sábado, 5 de marzo de 2016

Pon en marcha tu "Resiliencia"

Seguramente habrás escuchado en alguna ocasión la palabra resiliencia: capacidad para afrontar la adversidad, la parte injusta de la vida, y lograr adaptarse bien ante las tragedias, traumas, amenazas o el estrés severo. "Muy fácil decirlo pero no va con mi forma de ser", es la frase que solemos decir todos. ¿Por qué? porque es la opción más sencilla. Gran error. Lo cierto es que ser resiliente no significa no sentir dolor emocional cuando la vida nos pone a prueba, sino saber reaccionar ante esta. No estamos hechos a prueba de bombas. La muerte de un ser querido, una ruptura sentimental, la aparición de una enfermedad, el despido de un trabajo... Son situaciones que producen un impacto emocional y sensación de inseguridad en todos llegándonos a plantear si tenemos suficiente fuerza para continuar, pero una persona resiliente lleva a cabo una serie de conductas y, sobre todo, una forma de pensar que facilita la adaptación al cambio y a superar las dificultades con mayor rapidez. Lo bueno de todo esto es que ser resiliente no es una cualidad innata. Nadie nace siéndolo sino que se aprende. Podemos aprender a serlo, siempre que nos esforcemos en conseguirlo.


1- Dale a los acontecimientos la importancia justa. No magnifiques la situación. No veas los problemas como catástrofes. Pon en marcha un pensamiento constructivo. Recuerda que no existe una vida dura sino momentos difíciles y que para vencer estos momentos tan sólo es cuestión de actitud. Gastar tu energía en el lamento no solo no te soluciona el problema sino que golpea tu autoestima y corres el riesgo de caer en una depresión.
2- No te asustes por sentir emociones negativas como el miedo, la ansiedad, la rabia y la tristeza. Pasarlo mal cuando las cosas se complican es normal y sinónimo de salud mental. De no ser así, tendrías un problema. Todas las emociones incómodas tienen un porqué en la vida. Si, por ejemplo, no sintiéramos miedo en determinados momentos, nuestra vida correría peligro. La tristeza está asociada con la pérdida. Si no sintiéramos tristeza no seríamos capaces de darle valor a nada, ya que nos daría igual perderlo y si no sintiéramos ira, no podríamos despedirnos de todas esas situaciones, personas y cosas que nos causan dolor. Las emociones incómodas son necesarias para nuestra supervivencia. Simplemente hay que aprender a expresarlas y evitar magnificarlas para que no nos limiten. Debemos aprender a convivir con los momentos incómodos.
3- La parte injusta de la vida existe, te guste o no. Acepta lo que no puedes cambiar y pon el foco en lo que sí depende de ti. Sé resolutivo y no intentes controlarlo todo.
4- Márcate objetivos y retos alcanzables que te ayuden a empezar el cambio.
5- Empieza a ver el mundo desde una perspectiva optimista realista. Las personas resilientes son capaces de sobreponerse y utilizar esas situaciones para crecer y desarrollar al máximo su potencial.
6- Sé flexible a los cambios. La vida no es algo mecánico. Existe la incertidumbre y la sorpresa. Lo importante no es la caída sino la rapidez con la que te levantes.
Si observas que la situación se te va de las manos, pide ayuda. Ante la adversidad tienes dos opciones; dejarte vencer y sentirte fracasado o sobreponerte y continuar. Cuestión de elección y actitud.

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